La inversión en el deporte de élite para ganar medallas, reconocimiento nacional e internacional, y organizar grandes eventos deportivos parecen una prioridad irresistible para cualquier gobierno desde hace más de 30 años. Desde las primeras versiones de los Juegos Olímpicos modernos, el logro deportivo ha sido utilizado por los gobiernos para mostrar el éxito de su modelo socioeconómico; esta práctica sigue vigente.
El desarrollo deportivo del país es importante, pero ¿por qué es importante? Invertir recursos públicos en el deporte es argumentada desde tres razones. Primera, el efecto de bienestar común que se produce cuando un equipo o deportista nacional logra un excelente desempeño en un evento. Segundo, el sentido de identidad nacional que despierta, algunos autores lo identifican como un efecto de mayor inclusión social y unir la nación. Este efecto es elaborado en gran medida por la cobertura mediática que recibe un logro deportivo. A mayor cobertura, mayor impacto social; un gran logro deportivo con poca cobertura probablemente no tenga ningún impacto en imagen y sentido de identidad. Tercero, imagen nacional por la vía de los grandes eventos deportivos (GED). Países como Francia han definido claramente una política de exterior de reconocimiento, desarrollo y regeneración urbana basada en hospedar grandes eventos (Al igual que países como Rusia, China, y Catar).
Grandes Eventos Deportivos
Los beneficios de albergar grandes eventos deportivos (GED) pueden agruparse en cinco supuestos. Primero; que los GED mejoran el turismo y la imagen de la ciudad y el país. Segundo; que hospedar GED trae beneficios económicos para el anfitrión. Tercero; los GED crean regeneración urbana. Cuarto; los GED crean legados sociales y culturales para la ciudad anfitriona. Quinto; albergar un GED trae beneficios sociales y culturales. Existen estudios que apoyan (SWART & BOB, 2012) y otros que contradicen estas hipótesis (Sparre, 2013), los segundos aducen sesgos en la medición, malas interpretaciones econométricas, o conflictos de intereses de los investigadores quienes son cofinanciados muchas veces por el Estado, quien intenta justificar grandes inversiones públicas en cortos eventos deportivos. Los efectos a largo plazo no han podido ser demostrados empíricamente, bien sea por los desafíos metodológicos que ello implica, o por su inexistencia (Flyvbjerg & Stewart, 2012). El efecto de bienestar común, el sentido de identidad y la imagen nacional pueden tener efectos opuestos cuando el desempeño de un equipo o deportista es negativo y está por debajo de las expectativas de la población trayendo disturbios, sentimientos negativos de la opinión pública sobre la política nacional, violencia, vandalismo, y críticas a la administración.
La inversión en el deporte de élite para ganar medallas, reconocimiento nacional e internacional, y organizar grandes eventos deportivos parecen una prioridad irresistible para cualquier gobierno desde hace más de 30 años. Desde las primeras versiones de los Juegos Olímpicos modernos, el logro deportivo ha sido utilizado por los gobiernos para mostrar el éxito de su modelo socioeconómico; esta práctica sigue vigente. Parker (2004, pp. 43–66) establece tres áreas de foco sobre las cuales el Estado debería intervenir en el deporte: Una, financiación; dos, creación de organismos deportivos (públicos); y tres, introducir el deporte en la educación.
En Colombia no despega una agenda pública para el deporte y sus manifestaciones. Si bien el cambio en la arquitectura institucional del deporte en Colombia, con la transición de Coldeportes a Ministerio del Deporte parecía una buena señal (2019), en la práctica, el sistema opera igual que hace 30 años, bueno, con más recursos, por supuesto! El cambio (desafortunadamente) todavía es cosmético. El presidente Gustavo Petro ha dado señales de entender la importancia del deporte y su estrecha relación con la educación y la educación física, este discurso es la muestra de ello. La responsabilidad de hacerlo depende de la capacidad de gestión, liderazgo, y negociación de la Ministra, su equipo, y las múltiples organizaciones del Sistema Nacional del Deporte.
El sistema tiene problemas tradicionales y emergentes. Los primeros, la excesiva centralización; asistencialismo; informalidad en la gestión; baja rendición de cuentas; baja participación de dirigentes voluntarios; y envejecimiento de dirigentes entre otros. Los segundos; más complejos y retorcidos: abuso de poder y autoridad; corrupción; match fixing; abuso y acoso sexual; juego patológico; doping; sportswashing, entre otros.
El deporte en la Educación
Nunca antes en la historia había existido tanto deporte organizado. Paradójicamente, este no proviene de las escuelas; en parte, por la falta de staff docente que se ocupe del deporte en la jornada extraescolar, en parte porque las escuelas son medidas por su desempeño en exámenes de estado, y no por sus logros deportivos.
La creencia de que el logro deportivo y académico van de la mano, da pie para mucho debate. Al respecto, los estudios sociológicos sobre participación deportiva y éxito académico se enfocan en tres mecanismos específicos: 1. Condiciones preexistentes. Este enfoque dice que los estudiantes que tienen alto desempeño académico y alto desempeño deportivo lo consiguen gracias a condiciones preexistentes como rasgos de personalidad o condiciones externas. 2. Teoría de suma cero. La hipótesis aquí es que los estudiantes tienen fuentes limitadas de tiempo y energía, los que hacen deporte tienen menos tiempo y energía para dedicar al estudio. 3. Teoría del desarrollo. Este enfoque dice que el deporte proporciona a los estudiantes habilidades y actitudes como gestión del tiempo, autodisciplina y habilidades interpersonales que pueden ser aprovechadas para mejorar el desempeño escolar. El impacto de las Sports Colleges o escuelas especializadas en deporte como se conocen en el Reino Unido parece haber sido positivo según Parker (2004). El asunto tiene aristas; por ejemplo, el deporte universitario en los Estados Unidos es único en el mundo, por su impacto social y económico, pero en ese extremo, el modelo de desarrollo del deporte universitario ha generado múltiples críticas porque las ganancias que genera no son retribuidas a los estudiantes-atletas quienes son más atletas que estudiantes, la cultura de alto rendimiento deportivo y espectáculo ha hecho que las universidades oculten bajos desempeños académicos, hasta conductas abusivas de algunas estrellas deportivas (Coakley, 2017).
El deporte ha demostrado su capacidad para movilizar masas y recursos en múltiples escenarios. El deporte para el desarrollo, a diferencia del desarrollo deportivo; demanda nuevos liderazgos en la nueva agenda pública del país. Una agenda que demuestre, como ha ocurrido en algunos países de la OCDE, la contribución del deporte a la salud (ODS 3), la educación (ODS 4), la igualdad de género (ODS 5), el crecimiento económico sostenible (ODS 8) y la equidad, la seguridad y la paz (ODS 10, 11 y 16 respectivamente). El Ministerio tiene la antorcha en las manos, para superar la visión de éxito basada en medallas, escenarios y eventos.
Estaré haciendo esta y otras reflexiones en la Universidad Internacional de Ecuador el próximo año en la Maestría en Gestión Deportiva, avalada por la Escuela Internacional de Gerencia, en España. Los espero...
Referencias
Coakley, J. J. (2017). Sports in society : issues and controversies.
Flyvbjerg, B., & Stewart, A. (2012). Saïd Business School working papers Olympic Proportions : Cost and Cost Overrun at the Olympics 1960-2012. June 2012. Parker, C. (2004). The Role of the State in Sport. In S. Chadwick & J. Beech (Eds.), Business of Sport Management (pp. 43–66). Pearson. http://www.worldcat.org/es/title/58832836. SWART, K., & BOB, U. (2012). Mega sport event legacies and the 2010 FIFA World Cup. African Journal for Physical, Health Education, Recreation & Dance, 1–11.
Comentarios
|
AutorNo estoy esperando NADA. Mi momento es aquí y ahora. Es HOY, es YA. Archivos
Febrero 2024
Categorías
Todo
|