Volver es más difícil que salir. Uno se va a aprender códigos culturales y formas del cuerpo que le permiten vivir en comunidad; aquí en Colombia, esos códigos no sirven, no se utilizan, por el contrario, estorban.
Otros ocupan tu lugar en el trabajo y tu ocupas el lugar que otro tenía en el extranjero. Cuando uno regresa, tiene la impresión que las organizaciones a pesar de su tamaño, no tienen espacio para tí porque todas están ocupadas. En Colombia se gana reconocimiento social con dinero, en Asia, con el conocimiento, eso es quizás lo que más extraño.
Uno percibe algunas cosas muy rápidas y otras muy lentas. En Colombia por ejemplo, nuestras relaciones son rápidas y débiles; en Corea son lentas, poquitas pero fuertes. En Colombia los mecanismos de atención al público y la eficiencia de los empleados en cualquier industria es demasiado lenta, en Corea, el tiempo es dinero y lo saben, trabajan y estudian a velocidades increíbles, realmente envidiables.
Uno nunca es el mismo después de una experiencia como esta, por su puesto, se extrañan los ambientes familiares, pero cuando uno regresa, nota que a pesar de disfrutarlos, inevitablemente, uno ya no es el mismo.
Quiero darle un consejo a los lectores de este blog que quieren estudiar en el extranjero: No lo hagan! Si no están dispuestos a reinventarse, No lo hagan! Si no están dispuestos a volver a empezar, si les desespera esperar, si les gusta la seguridad de un empleo, la rutina, las personas a su alrededor, lo mejor es que se queden en Colombia y aprendan de sus jefes, de sus profesores, sean obedientes y conserven sus empleos. Pero si les gusta el riesgo, el cambio, la incertidumbre; si quieren probar la lealtad de sus amigos y parejas, si quieren comprobar otras formas de coexistir, empiecen por perfeccionar su inglés, certificarlo, dominar un arte y déjense llevar; el mundo desarrollado valora la diversidad. Escríbame para contarle mi experiencia en su universidad o empresa.