Cuando la mayoría pierde un examen, los estudiantes se unen para señalar al profesor y encuentran razones de todo tipo para justificar el bajo resultado. Aproveché el asunto para decirle a los estudiantes de qué se trata la educación.
Todo un grupo de estudiantes estaba molesto porque todos menos uno, habían perdido un examen con otro profesor. Los muchachos no habían caído en cuenta que iban por el camino equivocado. Y el profesor también.
Cuando los muchachos se justifican señalando al profesor, su método, su personalidad, sus contenidos, su metodología, el formato de evaluación entre otros; no saben que se están perdiendo la oportunidad que les brinda la educación formal: crecer en un ambiente de aprendizaje. Los edificios se convierten en ambientes de aprendizaje, gracias a las dinámicas que se establecen al interior, gracias al uso que los profesores y estudiantes le dan al entorno y al uso que hacen de las herramientas disponibles. El asunto debe ser equilibrado, los profesores debemos aprender a revisarnos, a mirarnos al espejo y saber reconocer dónde y cómo fallamos. No se trata de incorporar tecnologías en la evaluación si aplicamos los mismos métodos, el problema estaría en la cultura, en el significado y el sentido que le damos a nuestras prácticas de evaluación. Equilibrando las cargas y reflexionando más allá de perder o ganar una prueba, discutimos con un grupo de estudiantes, y llegamos a estos acuerdos que llamamos: Acuerdos para una buena educación.
Primero, el profesor es humano, sólo tiene un poco más de experiencia. Muchos profesores lo son por accidente, y están aprendiendo a serlo. Los estudiantes, sin perder la distancia y el respeto por sus profesores, reconocen que su profesor está en formación también. Los profesores sabemos reconocer, que a veces nos alejamos de la realidad de los estudiantes, y que no sabemos comunicarnos asertivamente con los estudiantes, que ignoramos sus motivaciones, sus temores. Hay que decir lo que observamos. Como estudiantes y profesores, tenemos puntos de vista diferentes, al profesor le interesa saber qué piensan sus estudiantes, hay que superar las barreras entre estudiantes y profesores para mejorar la comunicación.
Segundo, hay que estudiar para comprender, no para memorizar. El conocimiento de lo que sea, se comprende haciendo caso al sentido común, a la lógica de lo que es tradicionalmente eficaz. El mundo funciona gracias al sentido común, los sistemas vivos y la ciencia, establecen reglas que les permiten a los sistemas operar eficientemente. La tarea del estudiante, es hallar esa lógica. El asunto se complica cuando el estudiante intenta memorizar los elementos y la lógica del sistema. Tercero, queremos que aprendas, el examen no nos interesa. Cuarto, vamos a valorar los aciertos, vamos a revisar qué hicimos bien y sobre eso, construimos lo que nos falta. Es una falla del sistema, basar su sistema de calificaciones en los errores. Vamos a cambiar la cultura de calificar sobre el error. Quinto, Cómo nos gustaría ser evaluados? Los estudiantes asumimos nuestra formación con propuestas, con actitud proactiva. Escribí cinco acuerdos fundamentales para una buena educación. Estoy seguro que se quedaron muchos por fuera. Cuénteme, qué acuerdos le agregaría a este artículo?
El coach pretende anular la melancolía, negar la diversidad. La manipulación es inminente cuando el objetivo de la “charla” o de la “sesión” es llevar a los participantes a donde él quiere. Estos tipos programan frases y respuestas en sus alumnos y los condicionan para que piensen y actúen como ellos quieren, o como el cliente espera, que es peor.
Los coaches son tipos que viven con una sonrisa impostada en su rostro. Una sonrisa que se esfuma cuando uno decide no comprar sus cursos con nombres en inglés. La atención de los coaches parece o debería estar en las personas, pero no, su atención está concentrada en la venta, en la venta de sus cursos. Tienen una personalidad arrolladora que abruma al público que quiere aprender. Algunos personajes del público, pueden y quieren ser como ellos, vendedores agresivos, incisivos, unos verdaderos tigres.
Con el cuento del rapport esperan que todos salgan igual de animados, pero su atención está en la venta de su diplomado, de su certificación internacional. Muchos coaches se aprenden de memoria unos discursos adornados con trucos y palabras que hacen sonar su discurso científico, con cifras y estudios que aparentan ser científicos, pero que en el fondo, son sólo recuerdos de otros discursos que aprendieron de un promotor que les enseñó lo mismo. Algunos se vuelven voceadores del cuento; al final, tergiversan la información y terminan engañando la gente. Es muy teso (como decimos en Colombia) que alguien pretenda anular la melancolía, negar la diversidad, eso es intentar tapar el sol con un dedo. La manipulación es inminente cuando el objetivo de la “charla” o de la “sesión” es llevar a los participantes a donde él quiere, estos tipos programan frases y respuestas en sus discípulos y los condicionan para que piensen y actúen como ellos quieren, o como el cliente espera, que es peor. Es un error desconocer nuestras diferencias como seres pensantes; llevar a los participantes a estados hipnóticos con técnicas de oratoria, trucos del lenguaje, con dinámicas demostradas en otros, para hacer que piensen o respondan de una forma. En las empresas, el coach posa de neutralidad, pero ellos saben muy bien quién les está pagando, saben quién es su jefe. Qué debería hacer un coach que descubre que la raíz del problema en su grupo está en su líder y no en su equipo? Los dispositivos y las dinámicas distraen y entretienen a los participantes, los incitan a ser otros, los estimulan para que sus alumnos imiten a sus profesores. La personalidad del participante queda secuestrada. Muchos profesores en la escuela y la universidad somos coaches, compartimos las prácticas y los discursos de los tipos que describí arriba.
Un profesor es un coach en esencia, hace lo mismo que uno que ha pagado y cobra mucho por hacerlo, con sus diferencias naturales de estatus y de contenido. Una amiga de Argentina me preguntó hace poco:
-Eres coach? -No, no lo soy, le dije, no he pagado para serlo. -Ahh, que bien, yo tampoco, hacemos lo mismo que un coach, no nos pagan por hacerlo, ni cobramos lo que ellos. Cómo debe ser un coach? Cómo debe ser un profesor? Hace unos meses escribí cómo debe ser un profesor. Cómo debe ser un coach? No lo sé, sólo sé que yo no quiero ser tu coach. |
AutorNo estoy esperando NADA. Mi momento es aquí y ahora. Es HOY, es YA. Archivos
Febrero 2024
Categorías
Todo
|