De madrugada y con disciplina espartana, Bernardo le responde todos los días a su muro de facebook:
Qué estás pensando? Él se toma el ejercicio muy en serio, como un niño cuando juega.
Acabo de leer Mala Hierba, una diatriba contra la historia, así la puedo resumir. Es un texto lento, para rumiarlo como las vacas con su alimento. Toma su tiempo porque hay que parar a pensar y a reirse del humor negro en esta prosa. Si toma tiempo la lectura, imagine cuánto tardó su escritura.
De madrugada y con disciplina espartana, Bernardo le responde todos los días a su muro de facebook: Qué estás pensando? Él se toma el ejercicio muy en serio, como un niño cuando juega. Le responde y piensa sobre el asunto durante el día y la noche, vuelve sobre la idea y la corrige varias veces. Luego, los fragmentos son hilados y llevados a un blog en internet. Su poema es una queja, una denuncia, un grito desesperado, el lamento de un soñador. El poema es una conversación con la historia oficial, la que es escrita por encargo de los poderosos. Aquí un fragmento: La historia Es un monstruo con pelo de rata. Soy la historia y solo pienso en la aristocracia, en la nobleza me encantan los reyes, los papas, las democracias mentirosas, el buen vino y embriagarme para creerme dios Soy soberana Y en este siglo he ordenado el fin del mundo para los pobres. maldita ¿qué le haces a las entrañas de la tierra? buscando metales para armar cachivaches cacharros, máquinas inútiles que fijan nuestros ojos bobos en su tablero que nos ponen a correr el tiempo como si corriendo pudiéramos huir de la muerte -- -Mauricio, aquí estoy diciendo todo lo que pienso de la historia, de la política, de la ciencia, de la filosifía. Me dice Bernardo por teléfono. Conocí a Bernardo como profesor en el año 2000 y en el filo del 2018, lo sigo como lector y consejero. El sarcasmo y la inteligencia del pensamiento complejo aparecen para señalar los juegos de roles, las representaciones, el caos sin retorno en el que estamos. No te las des de mucho todos somos hipócritas roles santos y públicos privados y profanos papeles de convención papeles sociales mentirosos y lenguas viperinas... Los marcos de realidad son odiosos. Nadie sin agenda Todos con doctorados mentirosos Todos con roles y oficios malditos la pasión es para el tiempo libre que soberana estupidez El tiempo es mío ¿tuyo? ¿Tienes casa propia? Se te inundará viene el tsunami… El estilo de esta prosa es sarcástico, inteligente y genial. No la lean con lentes religiosos. Sería ofensivo. Hay que leerla sin prejuicios. Los invito a reconocer en ella su valor literario y filosósfico. Al final, Bernardo juega con las palabras y crear escenarios trágicos y divertidos, aquí un poco de medicina: Dios no existe, el doctor que se desnuda y se quita la bata y se encuentra un tumor en su lengua de oncólogo tampoco. Y pensar que nuestra percepción condicionada los ve casi primos hermanos de dios y nos producen rubor, temor, pena y nos achicamos tanto cuando estamos en su consultorio sentados frente a él como el sanador; y, ¡ay! él, despectivo nos quita los calzones y nos palpa la barriga. Vaya a una máquina, dice imponente. Máquina alemana que al final, en su brumosa realidad no dice casi nada de nuestro hígado hinchado y graso y váyase a saber por qué Perdón, perdón ese, váyase a saber por qué es irónico y no ignorante. Si, en medio de la bruma del monitor el especialista si ve algo que el profano no capta. la muerte acecha y termina llegando. La gripa no se cura el cáncer se reactiva la artritis revienta por encima del metotrexato el riñón ajeno de pronto enmudece, deja de trabajar se siente extraño y reacciona violento, se envenena y mata. No permites la eutanasia la eugenesia la muerte voluntaria pero nos entregas un fusil para que nos matemos unos a otros por rayas falsas que llamas fronteras y por trapos que llamas banderas. Espero que disfruten y se soprendan como yo con la Mala hierba de Bernardo. Los invito a comentar al final de esta reseña.
Comentarios
¿Por qué brindaremos esta vez?
—preguntó sin dejar aquella especie de ironía-- ¿Por que podamos confundir a la Policía del Pensamiento? ¿Por la muerte del Hermano Mayor? ¿Por la humanidad? ¿Por el futuro? —Por el pasado —dijo Winston. —Sí, el pasado es más importante.
La telepantalla ahora está en nuestros bolsillos, es más eficiente que un dispositivo estático. Además, es amigable porque se nos presenta un “Gran Hermano” en forma de redes sociales y aplicaciones que nos prestan ciertos servicios de manera “gratuita.”
Orwell, que se llamaba Eric Arthur Blair, nació el 25 de junio de 1903. Llevaba siete años trabajando en esta novela que publicó en 1948, pensando en cómo sería el futuro, en 1984. Este clásico que parece no pasar de moda, narra la historia de Winston Smith, un funcionario de un gobierno socialista (llamado Socing en el libro) encargado de redactar un diccionario en “Nuevalengua”, un nuevo idioma que reemplazaría al inglés. En el libro, se esperaría que para el 2050, todo el mundo se comunicara en Nuevalengua.
Con el control de la lengua, se imponía una única visión del mundo, una forma de pensar para contradecir cualquier pensamiento herético. Controlando el lenguaje se controlan las personas, eliminando la cantidad y significado, de palabras ambiguas y disponibles. La creación de la Nuevalengua está apoyada en el doblepiensa, un creativo sistema del Partido donde se crean dos verdades contradictorias al mismo tiempo. En el transcurso de la historia, Winston tiene pensamientos contra el partido y el gobierno, además, sabe que no pueden ser expresados porque serían castigados por el Gran Hermano (o Hermano Mayor) y la Policía del Pensamiento. Pero ¿Quién es el Gran Hermano? El GH es un misterio porque nadie lo ha visto y no se sabe si es una persona o si es una imagen. Lo que se sabe es que aparece en pantallas (telepantallas en la novela) que vigilan, informan y se comunican con los ciudadanos. Para mí el GH es el Big Data, o mejor aún, las empresas que administran y manejan el Big Data, ahí está el GH. En términos prácticos, el Big Data es el gran volúmen de información en forma de datos que son extraídos para obtener información sobre nosotros. El GH se hace visible en otro invento genial de Orwel: La telepantalla. La telepantalla, es un dispositivo audiovisual del Partido, que está instalado en todas partes. Con la telepantalla se vigila lo que las personas dicen y piensan; se informan los logros y las estadísticas que el gobierno quiere que sus ciudadanos vean y escuchen, además se comunica porque las personas pueden responder al GH a través de ella. “En comparación con el año pasado había más comida, más ropa, más casas, más muebles, más utensilios de cocina, más combustible, más barcos, más helicópteros, más libros y más recién nacidos... más de todo, excepto enfermedad, delitos y locura.” Me pregunto si la telepantalla puede entenderse como los televisores planos donde recibimos información en casi cualquier lugar al que vamos. No lo sé, hoy en día los televisores están equipados con dispositivos para realizar videollamadas y enviar información de retorno (feedback) a las compañías interesadas en conocer las expresiones de las personas al estar expuestos a cierto tipo de información. La telepantalla también podría ser la que tenemos en el bolsillo todo el día, es más eficiente que una pantalla estática y además es más amigable, porque se nos presenta un “Gran Hermano” amistoso, en forma de redes sociales y aplicaciones para celulares que nos prestan ciertos servicios de manera “gratuita.” El Partido del gobierno, se encarga de perseguir y torturar a quienes piensen diferente, los somete física y psicológicamente hasta que confiesan sus faltas, lavan sus cerebros con severos castigos que las víctimas terminan identificándose y amando a sus secuestradores. ¿Qué pasa con Winston y sus revolucionarias ideas? Winston tiene amigos en el Partido en quienes confía, tiene un romance con una mujer de la cual sospecha. Los invito a leer 1984 y conocer qué pasa con Winston a final. Hice una revisión y filtré doce notas del libro. Aquí hay una selección separadas por temas. Pueden compartirlas en sus redes y comentarlas.
Reseña del libro que analiza los resultados del TLC con los Estados Unidos.
Después de diez años de haberse firmado el TLC (Tratado de Libre Comercio, en adelante) con los Estados Unidos, Mario Alejandro Valencia ha estado investigando los resultados, efectos e impactos de la negociación. Este es el tema de su último libro, La Industria, impreso por Ediciones Aurora. Al autor lo pueden encontrar en twitter como @mariovalencia01 y como columnista en el portal: Las dos orillas (http://www.las2orillas.co/author/marioalejandrovalencia/)
Uno no necesita leerse todo el libro para entender que el TLC con los Estados Unidos fue un error, que algunos políticos nos advirtieron pero no lograron detenerlo y que otros, impusieron el acuerdo, que se equivocaron promotores y negociadores, y que las consecuencias están acabando con la industria nacional.
Disponible en http://www.libreriadelau.com/la-industria-economia.html
“Nuestro objetivo con el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) es garantizar a las empresas norteamericanas el control de un territorio que va del polo Ártico hasta el Antártico, libre acceso, sin ningún obstáculo o dificultad para nuestros productos, servicios, tecnología y capital en todo el hemisferio.”
Colin Powell, Ex Secretario de Estado de los Estados Unidos.
El libro está dividido en dos partes, en la primera, el autor hace una reseña a la ciencia y la historia de la industria, para poner un contexto y preparar al lector a la segunda parte, en la que se introduce en la industria colombiana y en el tratado de libre comercio con los Estados Unidos. Para poner en contexto a los lectores, en el libro se plantean dos modelos de desarrollo contrarios, por la concepción que tienen sobre el papel que debe jugar el Estado en el desarrollo económico. Uno de ellos defiende la intervención del Estado en la protección de la industria, impulso de la innovación y creación de infraestructura. El otro es un modelo neoliberal, de libre mercado, que desconoce la intervención del Estado como impulsor y regulador de la economía. Los países desarrollados han seguido el primer camino, el del Estado como socio de la industria; los menos desarrollados, como Colombia, han intentado hacerlo por la segunda vía, impuesta, por cierto, por la vía del TLC y otros organismos multilaterales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Esto se explica mucho mejor en el análisis de Joseph Stiglitz, Nobel de economía en el 2001, que sabiamente recomienda: Hagan lo que nosotros hicimos, no lo que decimos. (Ver en este enlace: https://www.project-syndicate.org/commentary/do-what-we-did--not-what-we-say?version=spanish&barrier=true)
La evidencia recogida por el autor muestra que en los países desarrollados han utilizado ambos enfoques para generar desarrollo, donde se “combinó el interés privado de los capitalistas y su capacidad emprendedora para hacer inversiones en nuevas máquinas y tecnologías, con el decidido apoyo de políticas estatales para defender y promover la iniciativa privada.”
“Entre 2000 y 2011, las compras foráneas de alimentos y bebidas se incrementaron en 292%, en productos textiles y prendas de vestir en 280%, cuero y calzado 592%, en vehículos en 810%”.
Mario Alejandro Valencia.
El autor reconoce algunos factores comunes en el proceso de industrialización de países desarrollados, que vale la pena anotar: Gobiernos aliados al sector industrial nacional, inversión en ciencia y tecnología, dirigida a promover la innovación, protección a la producción y al mercado interno y reglas para permitir libertad de competencia y luchar contra los monopolios.
Los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial y los tratados bilaterales de comercio e inversiones no salen muy bien librados en este libro; sus intervenciones en los países que intentan buscar el desarrollo económico por medio de la industrialización, han sido más que perjudiciales, poniendo barreras, exigiendoles aplicar políticas públicas, abrir los mercados y entregar a los privados el control de las empresas públicas como la seguridad social. (Ver más en Stiglitz 2003; Chang, 2003) Haber firmado un TLC con los Estados Unidos significó saltarse la constitución, para asumir un compromiso de libre comercio con la economía más poderosa del planeta, nuestros dirigentes hicieron algo parecido a lo que hicieron los de Millonarios cuando buscaron un partido amistoso contra el Real Madrid. Cuál podría ser el resultado? Un desastre, y ese es nuestro resultado cuando competimos con los Estados Unidos. Este tratado significó renunciar a la posibilidad de que el Estado pudiera intervenir para proteger la industria nacional, intentarlo, sería incumplir con esos tratados, quedamos expuestos y seríamos llevados a tribunales extranjeros. En conclusión, los tratados de libre comercio con Estados Unidos y otras potencias han sido perjudiciales para la industria colombiana, habría que frenar la aprobación de nuevos tratados y renegociar los vigentes. Después de leer este libro, uno se termina preguntando ¿Por qué a Uribe le parecía tan buena la inversión extranjera?
“Este Tratado no es ni Libre ni Justo, lo que pasa realmente es que se les exige a las industrias pequeñas de Colombia que abran sus puertas a la competencia con las grandes multinacionales norteamericanas (...) es una desventaja competitiva”.
Joseph Stiglitz, 2007
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